Por Mauricio Sulaimán
Hijo de José Sulaimán & Presidente del WBC
Julio César Chávez nació en un vagón de tren en Ciudad Obregón, Sonora en el seno de una familia humilde y numerosa que finalmente se instaló en Culiacán, Sinaloa.
Fue un gran deportista en su infancia, buen pelotero, también futbolista, e incluso se destacó en el voleibol. Sus hermanos boxeaban, y él iba a verlos al gimnasio, sin ningún interés en este deporte, hasta que un día un matón se peleó con él y Julio le dio una patada en el trasero.
“El Zurdo” López lo tomó como su primer entrenador y Ramón Félix como su mánager, le dio la bienvenida al gimnasio y luego desarrolló una de las carreras más formidables en la historia del boxeo.
Julio comenzó su carrera profesional después de un breve período de 14 peleas como aficionado. Frecuentemente peleaba en Culiacán y Tijuana, y al hacerlo, seguramente estaba ganando su ranking en el Consejo Mundial de Boxeo. Conquistando el escenario en California, USA, logró llegar al número seis.
Azumah Nelson dejó vacante el campeonato mundial superpluma del CMB, y mi padre, José Sulaimán, tomó la decisión de ordenar al peleador más temido de la división, el retador número uno Mario “Azabache” Martínez, contra el joven invicto pero relativamente desconocido Julio César Chávez.
Chávez había huido con su novia Amalia para casarse. Estaban en un motel cuando llegaron los coches de policía buscándolo. La pareja pensó lo peor, pero no, fue Ramón Félix quien movilizó a todos a buscarlo, pues había llegado la noticia de que peleaba el título mundial en apenas cinco semanas… así que la luna de miel tuvo que esperar.
El 13 de septiembre de 1984, Jimmy Lennon Jr. hizo su debut como locutor de ring; esa fue su primera pelea de campeonato mundial, porque su padre estaba en otro show en Nueva York, entonces Jimmy subió al escenario y también la carrera de Jimmy en el Salón de la Fama comenzó esa noche.
Azabache Martínez ingresó al cuadrilátero como el gran favorito, pero para sorpresa de todos, la nueva maravilla lo abrumó, lo que obligó al Árbitro a detener la pelea en el octavo asalto. Nació la leyenda.
Julio César fue un boxeador único en muchos sentidos. De sus 115 peleas profesionales, 37 fueron por el campeonato mundial, que es un Récord Guinness. Su lealtad al Consejo Mundial de Boxeo fue ejemplar. De esos 37 concursos de título mundial, 35 fueron WBC.
Después de defender su campeonato de peso superpluma 10 veces, superando muchos problemas para lograr el peso, se presentó una gran oportunidad. Don King lo llamó para ser el evento estelar en el Hotel Hilton de Las Vegas, contra Edwin “El Chapo” Rosario.
El problema era que Rosario era campeón de otra organización. Julio llamó a Don José y le pidió permiso para tomar esa pelea como una gran oportunidad para desarrollar su carrera, y mi padre inmediatamente lo apoyó para que su carrera pudiera progresar. Así conquistó Julio su segundo campeonato en peso ligero. Luego de esto regresó a casa con el campeonato mundial de peso ligero y luchó contra su querido amigo y compadre, José Luis Ramírez.
Julio finalmente subió al peso superligero, donde pasó gran parte de su carrera. Unificó la corona ante Meldrick Taylor en la que significó su brillantez como el mejor del mundo, libra por libra, en una lucha dramática que perdía en las cartas de los Jueces, pero con su voluntad de guerrero indomable, noqueó a el estadounidense con solo dos segundos para el final.
Luego neutralizó la bravata descarada de su verboso archirrival Héctor “Macho” Camacho al vencerlo en 12 asaltos, en un clásico de exhibición que disfrutó todo México. A partir de esa pelea, El Ángel de la Independencia en la Ciudad de México estaba rodeado de multitudes de fanáticos cada vez que Julio subía al ring.
Otro hecho histórico fue cuando Julio inundó el Estadio Azteca con más de 136.000 espectadores, un Récord Guinness que aún hoy se mantiene. Él noqueó a Greg Haugen en cinco rondas irresistibles de un solo lado.
Julio intentó ganar un cuarto campeonato, pero empató con Pernell Whitaker en el Alamodome de San Antonio, y después de eso, poco a poco, su carrera tomó una curva descendente, tanto en el deporte como en su vida. Terminó su carrera con 107 victorias extraordinarias, seis derrotas y dos empates.
¿Sabías?
El mayor triunfo de la vida de Julio se sigue disfrutando día tras día. Ahora lleva 13 años completamente sobrio, y se dedica a ayudar a las personas que necesitan vencer los demonios de las adicciones, en sus dos clínicas de rehabilitación llamadas “Baja del Sol”. El gran campeón mexicano muestra pasión, empatía y su humanidad al ayudar a miles de personas a recuperarse y recuperar sus vidas.
Miriam llegó a su vida como una bendición. Ella es su compañera, su adoración y la alegría de su vida. Es una mujer maravillosa que camina con y al lado de Julio.
El pasado martes 12 de julio, Julio César Chávez celebró su cumpleaños número 60, y estuvo acompañado de amigos, campeones y admiradores en un maravilloso evento. Asistieron los hermanos Peña, quienes han sido fundamentales en su recuperación y éxito en su nueva vida; José Carlos Montibeller, quien acompaña a Julio en nuevos retos y sueños, le brindó una celebración como se merece; además, de celebrar también su propio cumpleaños, la fiesta 60/30.
Lo acompañó mucha gente querida: Yolanda Andrade, “El Hijo” del Santo, Carlos Mercenario, Miguel Cotto, Jesús Mena, Fernando Platas, Pablo González, Edith Márquez, “La Chiquita” González, Pipino Cuevas, Fernando Beltrán, Oswaldo Kuchle, Pepe Gómez, así como muchos amigos de los medios como José Luis Camarillo, Rodolfo Vargas, Salvador Rodríguez, Antonio Rosique, Diego Martínez, Alfredo Domínguez Muro, entre otros.
Se mostraron videos con sentidos mensajes de Mike Tyson, Sugar Ray Leonard, Roberto Durán, Canelo Álvarez, Eddy Reynoso y hasta el influencer, Abdu Rozik.
Mi familia estuvo presente para celebrar con Julio, para rendir homenaje a nuestro gran ídolo y nuestro amigo. Mi hermano Héctor y mi hermana Lucy, mis sobrinos Pepe Toño y Andrés, y por supuesto, mi esposa Christiane, y nuestros hijos José y Mauricio.
Anécdota de hoy:
Julio era como un hijo para mi papá. Don José lo adoraba; disfrutó al máximo de sus triunfos y sufrió por sus problemas personales y de adicciones. Mi hermano Héctor siempre recuerda cuando estaba con Don José cuando quedó vacante el título súper pluma, y mi papá ordenó la pelea de Chávez contra El Azabache, y Héctor le reprochaba que lo iba a lastimar. “No sabes lo que dices, hijo mío, ese niño es un gran luchador; Lo he visto, cuando suena la campana se transforma en un torbellino de golpes. Será una pelea muy digna y no dudo que Julio gane”.
Julio visitó a mi papá varias veces cuando estábamos en cuidados intensivos en el hospital UCLA Los Ángeles. La última vez fue el 29 de diciembre de 2013, poco antes de que don José nos dejara. Nunca olvidaré ese momento cuando mi padre vio a Julio con una gran sonrisa y le dijo: “Mi querido Julio, soy el hombre más feliz del mundo por verte limpio y sobrio. Siempre serás mi mayor campeón de lucha. Ahora puedes caminar erguido con dignidad por las calles con la adoración de la gente por todo lo que has logrado. Sigue así, mi querido Julio.”
Agradezco sus comentarios en [email protected].