Don José pasó parte de su infancia y juventud en Ciudad Victoria y Ciudad Valles, San Luis Potosí. Fue en esta última en donde se convirtió en un deportista completo, con inclinaciones hacia el boxeo y el béisbol.
En el espectáculo de los puños destacó desde niño, y posteriormente ocupó todos los cargos existentes, como promotor, comisionado, réferi, juez, etcétera, hasta que se radicó en la ciudad de México, pasando ahí el resto de su larga y fructífera vida.
Fue precisamente en la capital mexicana en donde permaneció dentro de lo que fue su pasión, y llegó a ocupar puestos notables como el de Secretario Ejecutivo del Consejo Mundial de Boxeo, para después convertirse en Presidente del organismo, en donde trabajó sin descanso durante casi cuatro décadas, sirviendo siempre con lo mejor de él y dando forma a cambios de enorme trascendencia en la medicina y las reglas aplicadas especialmente a los boxeadores.
De hecho, el reglamento al que dio forma es el mejor que registra la historia y esto es reconocido mundialmente. Dejó como herencia el más importante de los organismos boxísticos que han existido, con 166 países afiliados, con grandes campeones en todas las divisiones, récords y estadísticas que en otros tiempos fueron impensables, y dio al boxeo un nuevo rostro, llevándolo desde un espectáculo en extremo violento y peligroso a lo que es en este momento, con peleas equilibradas, reglas que cuidan en todo momento a quienes suben al ring y aun cuando el boxeo continúa siendo una actividad con riesgos extremos, estos no pueden compararse con lo que se vio en el pasado.
Don José llegó al final de sus días, el 14 de enero de 2014, lo recordaremos siempre y seguramente, desde el cielo está viendo con la vehemencia que fue una de sus características, que el deporte de sus amores continúa el camino que él abrió el 5 de diciembre de 1975, cuando lo eligieron Presidente por unanimidad en Túnez, capital del país que lleva el mismo nombre.