Por Mauricio Sulaimán – Presidente del WBC – Hijo de José Sulaimán
La noticia que ha inundado las redes y ha empañado la actividad en los Juegos Olímpicos de París 2024 es lamentable, y está dejando en evidencia la crisis que atraviesa el boxeo amateur/olímpico.
Dos boxeadoras han sido acusadas de ser transgénero, de tener cromosomas XY (masculinos), o alguna otra condición, que al pelear contra una mujer, les da una ventaja competitiva injusta.
Los ataques y publicaciones continúan. La gran mayoría sin contar con los elementos mínimos para expresar una opinión informada y contundente. El factor central y más serio que debe importar es la integridad, seguridad y bienestar de los deportistas.
El principal conflicto ha sido la guerra mediática entre el COI y la IBA, que era la Federación Internacional reconocida por la misma entidad, que han tomado protagonismo, atacándose mutuamente, en una clara lucha de poder que no resolverá la cuestión de fondo.
Las luchadoras en cuestión son Imane Khelif y Lin Yu-ting. Sin pruebas definitivas, aparentemente nacieron XX (mujeres), no son trans y aparentemente no nacieron con cromosomas Y, pero sí tienen una condición genética que les otorga importantes ventajas físicas.
No es culpa de Imane y Lin, que sufren ataques, desprecio y burlas. Todo se mezcla, desde la ciencia y la medicina, la homofobia, el sexismo, los derechos humanos, las leyes, las normas e incluso el abandono del sentido común para atacarlas.
La realidad es que sus rivales suben al ring asumiendo riesgos inaceptables. El boxeo no es un juego, es un deporte de contacto.
Todos los problemas empezaron hace más de 15 años cuando la AIBA, la Federación Internacional de Boxeo Amateur, encargada de todo lo relacionado con el boxeo olímpico, reconocida por el COI desde la década de 1940, eligió a Wu Ching-Ko como su presidente.
Introdujo y dirigió una serie de cambios que en su momento fueron muy cuestionables y el COI no hizo nada al respecto. La AIBA eligió el camino financiero y comercial, por encima de los intereses de los atletas; se convirtió en promotora, gestora y organización, con importantes y evidentes conflictos de intereses.
Quitaron los cascos protectores y el paso más serio fue permitir y promover la participación de profesionales en el boxeo olímpico.
Hoy el escándalo se centra en estas dos boxeadoras, pero bien podría ser que se tratara de un campeón mundial muy poderoso contra un joven peleador, que busca el sueño olímpico.
La IBA, antigua AIBA, arremetió contra el COI e hizo pública la descalificación de los dos luchadores de su competición, en 2023, aludiendo a que tenían cromosomas XY (Masculinos). Se trató de un ataque que evidentemente fue planificado y mantenido en secreto hasta hace apenas unos días.
El COI se ha dedicado a responderles sobre la descalificación de estos dos luchadores, citando factores de discriminación y de derechos humanos.
¡Basta! Lo importante aquí es aprender y conocer la realidad. ¿Imane Khelif y Lin Yu-ting tienen cromosomas XY, o la condición que les da ventaja sobre sus rivales? ¿Sí o no?
Si ese es el caso, entonces es incuestionable que tienen mayor fuerza, resistencia, velocidad, niveles de testosterona y masa muscular.
Esto les otorga una gran ventaja competitiva, eliminando el juego limpio y pone en riesgo importante la salud de sus rivales.
No estamos hablando de romper un récord de tiempo ni de marcar goles, estamos hablando de boxeo, un deporte de contacto, donde el oponente puede resultar herido.
El WBC ha luchado contra cualquier tipo de discriminación desde su creación. También hemos realizado amplios estudios e investigaciones científicas para crear reglas para el boxeo femenino, diferentes a las de los hombres. Estudiamos y propusimos la creación de un programa de boxeo para atletas trans, y siempre tendremos como absoluta prioridad la salud e integridad física de quienes suben al ring, antes, durante y después de las peleas.
La realidad es que el boxeo olímpico no tiene gobernanza desde 2018-2019, cuando la AIBA fue suspendida como federación afiliada al COI y, finalmente, expulsada.
Los Juegos Olímpicos de Tokio, al igual que los de París, están siendo administrados por un comité del COI, y no por una federación internacional de boxeo. Las reglas y los procesos de elegibilidad siguen siendo los mismos que los establecidos por la AIBA al final de Río 2016, y eso incluye el hecho de que no hay un parámetro para medir el nivel de competencia entre los peleadores; es decir, en teoría Canelo podría pelear contra un joven en los Juegos Olímpicos. Ese no es el espíritu de participar. ¡Más bien, sería destrozar a un oponente!
El CMB ha rechazado rotundamente a los profesionales en el boxeo olímpico hasta que no haya una definición clara de la elegibilidad para lograr la paridad en el nivel de competencia. En el ámbito profesional, un debutante pelea a cuatro asaltos contra boxeadores de ese nivel, no podría pelear contra un peleador de ocho asaltos, de diez asaltos o contra un campeón mundial. Es así de simple, claro y evidente.
El COI decidió atacar a la IBA y defender por qué Khelif y Yu-ting participan, cuando en la opinión mundial deberían tomar medidas proactivas, abordando la preocupación de los peligros de estas peleas de manera oportuna.
El COI está siendo atacado, pero la gran mayoría han sido malintencionados y sin tener la más mínima información sobre la situación.
Existen procedimientos y los estatutos son claros en el sentido de que no se pueden cambiar las reglas en medio de la competición. Todo se complica también cuando entran en juego otros factores como los derechos humanos y los códigos éticos.
Lamentablemente esto no se abordó en su momento y todo es efecto de la mala administración que ha tenido nuestro deporte a nivel olímpico durante las últimas dos décadas. Rogamos a Dios que nada lamentable ocurra en las peleas que quedan.
Es urgente que se oficialice la afiliación al COI de una nueva Federación Internacional encargada del boxeo. Existe una llamada World Boxing (WB), necesita que más países se unan a ella para ser reconocida por el COI. WB es una realidad, y es la única opción para salvar al boxeo y su permanencia en los Juegos Olímpicos, ya que, a partir de hoy, está fuera de Los Ángeles 2028.
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