Cuarenta y cinco años se están cumpliendo hoy de que llegó a la presidencia del Consejo mundial de Boxeo José Sulaimán Chagnón.
El hecho se llevó a cabo en 5 de diciembre de 1975 en Túnez, capital del capital africano situado al norte del continente y bañado en buena parte por las aguas del Mar Mediterráneo.
Sulaimán sucedió al profesor Ramón Velázquez González y hasta el momento de alcanzar la presidencia se había desempeñado cono secretario Ejecutivo del organismo.
Antes de la votación el comisionado mexicano expresó como condición que si no era elegido por unanimidad no aceptaría el puesto (era el único candidato).
Sucedió que no solamente todos los miembros votaron por él sino que aquello se resolvió mediante una ovación, y allí empezó otra historia, el cambio para bien de un espectáculo que hasta entonces había presentado sombras de salvajismo en el ring, obedeciendo arreglas ya obsoletas y en el aspecto administrativo aspectos que nada favorecían a las decencia y buena opinión sobre el boxeo.
Don José trabajo de hecho desde mucho antes de aquel momento para cambiar costumbres y reglamentos que apoyaban a unos cuántos de quienes dentro de quienes ciertamente no se hallaban los boxeadores, en tanto encumbrados como aquellos que ocupaba sitios modestos.
Algunos de los más importantes delegados en Túnez fueron el belga Albert Faccenda, Antonio Sciarra, de Italia, Ben Hamida (Túnez), Bob Shields ( USA), Bobby Naidoo (Inglaterra), Hasine Hamouda (Túnez), Ferdinand Leclerc (Francia) Glicerilo Matelli (Brasil), Ignacio Amador de la Peña (Colombia), Jim Deskin (USA), Joseph Fofe (Cameroon), Masao Suzuki (Japón), Piero Pini (Italia) Ramón G. Velázquez (México), Ray Clarke (Gran Bretaña), Saburo Araschida (Japón), Taieb Houichi (Túnez) y por supuesto don José Sulaimán. Los grandes ausentes fueron J. Onslow Fane (Inglaterra) y Luis Spota, de México.
El nuevo dirigente del boxeo mundial dio a conocer en un prometedor discurso mucho de lo que pretendía lograr, pero en 39 años al frente del organismo, aquella alocución de quedó corta.
Simplemente José Sulaimán cambió parabién el boxeo en todo el orbe, haciendo de él algo distinto a lo que se conocía, dándole un cambio diametralmente opuesto y convirtiéndolo en lo que es hoy dentro del WBC el espectáculo apasionante de siempre, pero con reglas que lo han hecho más humano, honesto y seguro sobre todo médicamente para aquellos que suben al cuadrilátero con toda la protección necesaria.