Mauricio Sulaimán / Recuerdos de José Sulaimán / El Heraldo de México
Invariablemente todas las conversaciones de los últimos meses tocan el tema de la pandemia y los efectos que ha tenido en el mundo y en nuestras vidas. Es muy común escuchar el “cómo ha cambiado la vida” o “vivimos en otro mundo”.
Pero dejando a un lado el tema del COVID-19, la realidad es que, en efecto, vivimos una vida muy diferente a la que conocimos, y con la que crecimos los de mi generación, y aún mucho más diferente a la de la generación de mis papás.
Yo nací cuando no existía el fax, y hoy ya desapareció; tampoco el email, el teléfono celular, ni las redes sociales. Nací con el disco de acetato, llegó el casete, el Betamax, el VHS, y después todo lo sustituyó el CD y el DVD.
La dinámica social era muy diferente. Jugaba en la calle, iba y venía al parque, o a casas de amigos, sin que nadie se pudiera preocupar. Las maestras mandaban y tenían absoluta autorización de los padres de familia para actuar con firmeza.
En casa de los Sulaimán Saldívar, Doña Martha, aún al día de hoy, manda. Sólo le basta levantar una ceja para poner a los hijos a temblar. Cuidadito en cometer una falta de educación, decir una grosería o tener faltas de tarea.
RECUERDO. El Púas, El Ratón y Mantequilla con Pepe, Héctor y Fernando Sulaimán en la Liga de beisbol Lindavista. Foto: Cortesía
El deporte también ha cambiado muchísimo en todos los aspectos. El amor y lealtad a la camiseta ya no existe; cada vez es más raro que un atleta haga su carrera completa con el equipo de sus amores. Mi papá lo mencionó constantemente; antes el boxeador preguntaba: “¿Contra quién voy?”, ahora dice: “¿Cuánto me van a pagar?”.
Don Dinero es el que manda. ¿Está mal? No, simplemente es como son las cosas el día de hoy. Durante décadas el deporte profesional fue una actividad con gran popularidad, que dio distracción y emociones a los aficionados; éste evolucionó para convertirse en una industria generadora de fortunas.
Durante muchos años el deporte dependía de la taquilla, los sueldos de los atletas eran moderados y en la gran mayoría básicos; se jugaba por amor al deporte. Después llegó la radio, la televisión y el pago por evento. ¡Hoy también se suman las plataformas digitales! La industria del deporte es una de las más poderosas del mundo. Cada vez hay más atletas millonarios y, en general, el atleta es el que manda.
Quizá esta pandemia, y los ajustes que nos está obligando a todos realizar, logre regresar algunos valores perdidos a nuestras casas y —por qué no— también a la industria del deporte.
¿SABÍAS QUE…?
La primera taquilla de un millón de dólares se generó en el boxeo. Fue un 2 de julio de 1921, en Nueva Jersey, cuando el campeón mundial de peso completo, Jack Dempsey, defendió su título ante Georges Carpentier, logrando una taquilla de un millón 800 mil dólares. Esta cifra, traída a 2020, está por encima de los 50 millones de dólares, siendo así una de las tres más taquilleras de la historia, detrás de Floyd Mayweather vs. Manny Pacquiao y del propio Money ante Conor McGregor.
ANÉCDOTA DE HOY
Uno de los boxeadores favoritos de Don José fue Ken Norton, por la demostración de lealtad al deporte y su sueño de convertirse en campeón mundial del WBC.
Norton peleó tres veces con Muhammad Ali; le ganó, empataron y perdió en una cerrada decisión. Norton era el retador oficial del campeón Ali, pero en febrero de 1978, en Las Vegas, Leon Spinks dio la gran sorpresa y venció al legendario monarca.
Mi papá contó con gran orgullo lo que sucedió entonces: “Ordenamos la pelea mandatoria Spinks vs. Norton, pero la promoción deseaba hacer la revancha con Ali. Le ofrecieron 500 mil dólares a Norton para que aceptara como step aside y él dijo: ‘No, yo quiero el campeonato’; entonces le ofrecieron 120 mil dólares de sueldo contra Spinks (pensando que entonces así sí aceptaría el step aside), los aceptó y firmó el contrato; al día siguiente, la promoción anunció la revancha Spinks vs Ali”.
Fue entonces que el Consejo ordenó la pelea por el título vacante y así Ken Norton se convirtió en campeón mundial. Pudo más la gloria que el dinero, y por ello guardó un lugar muy especial en el corazón de mi papá.
Esa vida que conocí ya cambió y no fue por el COVID, sino por la evolución natural de la humanidad. ¿Es culpa de mis hijos que sean tan diferentes a como yo fui? No. No es culpa de nadie; ésta es la realidad a la que nos debemos ajustar. En la actualidad, es el niño o el adolescente el que manda en casa.